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Diario de Fancine 2018: Inauguración. El Fancine hay que vivirlo al menos una vez en la vida


No había estado anteriormente en una inauguración del Fancine. La verdad que porque el año pasado fue el primero al que asistí y me lo perdí. Nunca más. Después de lo visto este año, quiero que todas las semanas se inaugure el Fancine.

Sabiendo del estilo extraño, radical y fantasioso que caracteriza al festival, no me hubiera imaginado que se fuera a formar tal espectáculo. La performance de anoche en calle Alcazabilla y, posteriormente, dentro del cine Albéniz es una de esas cosas que hay que ver una vez en la vida. Es fácil de describir qué pasó y difícil de contar lo que se sintió.

Con unos minutos de retraso sobre la hora prevista, todo el público que se agolpaba a las puertas del céntrico cine giró sus cuellos para ver aparecer un trono doblando la esquina de calle Cilla. Quien lea esto podría pensar que se trata de otra de esas tantas procesiones cristianas extraordinarias, que ocupan las calles del centro histórico semana sí y semana también. Pues no, aquel trono, portado por cuatro chicos, llevaba encima un ser humano disfrazado con peluca, tacones, una máscara, fulard y leggings blancos. Todo un esperpento de personaje que se movía de forma extraña interpretando no sé muy bien qué. Tras ese trono, una legión de personas disfrazadas como si fueran a operar a corazón abierto: mascarilla, gorro y brazos y piernas enfundados en plástico. Pero la procesión no acababa ahí. Al final apareció un segundo trono de las mismas características que el primero, con la Vicerrectora de Cultura de UMA, Tecla Lumbreras Krauel, subida en él. Breve paseo, los dos tronos se encararon como si de un encierro de Semana Santa se tratase y tras bajar los dos personajes de ambas poltronas, se inició el clásico photocall.

Enlace al vídeo en nuestra cuenta de Twitter @CenacheroCulto:

Uno puede pensar "vale, ahora entro, me siento en mi sitio, veo la ceremonia y después la película". Pero dentro había más sorpresas. Al subir las escaleras a la sala principal del cine, se encontraban la legión de médicos de antes (se que no eran médicos, pero tampoco sé lo que eran), puestos cada uno en un escalón de las escaleras. De vez en cuando, alguno se adelantaba para asustar al temeroso público que subía la escalinata observándolos como si les fueran a robar el móvil. Al entrar a la sala, en el escenario, un par de jóvenes asiáticas (nunca llegaré a distinguir de qué país son) bailaban un karaoke vestidas de gato. Comenzó la ceremonia con una performance de los médicos luchando contra distintos personajes ataviados con disfraces extraños. Imaginad si lo he flipado como espectador, que aún sin enterarme mucho de qué iba la cosa, me encantó. Os lo explicaría, pero no sé muy bien lo que vi.

Tras la ceremonia, presentaron la película 'Monstrum', donde su director Heo Jong-ho se encontraba presente recién llegado de Corea del Sur. Y tras esto, la película, que gocé junto a una sala abarrotada de gente. Tarde-noche redonda. Comienza (por fin) el Fancine 2018.

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