El retorno del vinilo
Hacía tiempo ya que las agujas de zafiro y diamante se habían jubilado. Los surcos de los platos de PVC llevaban una buena capa de polvo acumulada, acallando la voz de unos y los acordes de otros. Años hacía que el metadato y la carpeta comprimida había destronado al formato físico, y que las mesas de los DJs habían prescindido de las pletinas por un MP3 o un USB.
Más aún hace que no se veían vinilos a la venta.
Sin embargo, este casi dinosaurio de la grabación musical parece haber sobrevivido al meteorito de la revolución tecnológica para convertirse en artículo de coleccionista e incluso en tendencia.
El informe de 2016 sobre el mercado de la música realizado por Promusicae es claro: los medios físicos resisten. Ni más ni menos que 433.000 vinilos se vendieron el año pasado en España, lo que supone una subida de casi el 20% en ventas de este formato con respecto al 2015. Las discográficas vuelven a apostar por el vinilo y las empresas tradicionales de fabricación de estos discos empiezan a verse superadas por la creciente demanda. Incluso Sony, uno de los mastodontes de la industria audiovisual, anunció este verano que, tras 30 años de parón, volverá a fabricarlos.
¿Qué está ocurriendo?
Los expertos no alcanzan a ponerse de acuerdo en cuanto a la verdadera razón, pero hay múltiples cartas sobre la mesa. Calidad, nostalgia, fetichismo e incluso snobbismo.
Hay quien dice que es por la calidad del sonido, porque el vinilo abarca cada vibración que forma el pentagrama de una canción, y no comprime, a diferencia de los formatos digitales, como el mp3. “Nuestro oído escucha frecuencias sonoras desde 20 hz hasta 20 khz, y el mp3 se carga todo lo que hay fuera de ahí y, dependiendo de la cantidad de compresión, incluso más”, explica Diego Jaime Jiménez, Ingeniero de Sonido e Imagen por la Universidad de Málaga, quien está cursando actualmente un máster de Sonido y Producción Musical en Barcelona. “Entonces, hay frecuencias cerca de los límites que no se oyen pero vibran en nuestro cuerpo”.
No obstante, esta calidad de sonido es propia y exclusiva del vinilo antiguo, el cual seguía un procedimiento analógico que, según Diego Jaime Jiménez, consigue un sonido más cálido y ciertas distorsiones agradables para el oído. “De tal forma que lo grabado así pues suena mejor en un equipo que respeta todo ese tratamiento analógico como es el vinilo”.
En la actualidad, la grabación analógica prácticamente está desfasada, y la música sigue un procedimiento digital, de manera que las canciones de ahora, aunque se escuchen en un vinilo, no pueden presumir de todas las garantías anteriores. Y así lo asegura la revista norteamericana Billboard, en un artículo de Matías Ayerza. “Parece ser un secreto a voces, pero lo cierto es que la mayoría se graban en audio digital de 24 bits. ¿Qué significa esto? El audio está tomado de un máster ya digitalizado, por lo cual perdería los atributos sonoros que tiene, caracterizado por su sonido análogo”. Además, muchas ediciones nuevas, tanto de grupos antiguos como más modernos suelen incluir códigos dentro de los envoltorios de los vinilos para poder acceder a una descarga digital del álbum “gratuita” (o que viene incluida en el precio).
Como ya se ha dicho, la resucitación del vinilo no tiene una explicación llana y concisa. Depende de los gustos individuales y de los rituales de escucha de cada uno. Los más escépticos en cuanto al vinilo como un formato cómodo y de calidad consideran que el público se deja atraer por los diseños de las portadas, los tocadiscos, las películas y toda la bohemia que envuelve a una pletina cuando entra en funcionamiento. "Los consumidores prefieren comprar algo tangible y nostálgico", explica Paul Lee, el responsable de investigación del departamento de tecnología, medios y telecomunicaciones de Deloitte en un artículo del diario El Confidencial.
Entre los detractores de este formato, hay un pequeño porcentaje que pone su foco de atención en el medioambiente. Al igual que el libro electrónico evita la tala de árboles, el mp3 contribuye a reducir el consumo de un material muy dañino para el planeta y también muy necesario en la producción del vinilo: el PVC o policloruro de vinilo, un derivado del petróleo, de ahí el color negro del disco. Ante este dato, Carlos Fournier, Dueño de la tienda malagueña Mundo Vinilo, no dudó en contestar lo siguiente: “El medioambiente podemos mejorarlo por muchos sitios, no reduciendo una producción artística y cultural como es esto”.
El debate está servido.
El vinilo en Málaga
De esta demanda global, Málaga no queda exenta. Basta darse un paseo por el centro de la ciudad para intuir que algo está cambiando en las rutinas musicales de los malagueños. Desde grandes corporaciones como Fnac o El Corte Inglés hasta las más remotas tiendas de antigüedades y artículos de 2ª mano ofrecen cajas y cajas de vinilos de todas las clases en las que siempre hay unas manos que rebuscan a la caza de alguna sorpresa.
Si nos centramos en el mundo del vinilo en nuestra ciudad, es imposible no hablar de la tienda Candilejas, el mítico negocio situado en calle Santa Lucía que echó el cierre a finales del año 2016 debido a la extinción de los contratos de la renta antigua, a lo que se le unió la falta de ventas.
Candilejas comenzó su aventura en el año 1978 en la conocida calle Mariblanca, para más tarde trasladarse a calle Dos Aceras hasta el año 1987 cuando se afincó definitivamente en la céntrica calle Santa Lucía hasta su cierre. Pero el creciente aumento de las ventas, unidos a la añoranza por parte de los antiguos trabajadores y la habilitación de espacios para negocios especiales que gestiona la empresa municipal Promálaga, hizo que la emblemática tienda resucitase, esta vez en la plaza de Eugenio Chicano, que comunica las calles Muro de las Catalinas y Andrés Pérez.
Con un aspecto muy renovado, la nueva Candilejas, con un espacio mucho más limitado al que estábamos acostumbrados, ofrece un amplio abanico de objetos relacionados con la música, desde lo míticos vinilos, pasando por DVD’s, camisetas y láminas de diferentes grupos y películas.
“Es curioso, sigue siendo la gente más mayor la que compra vinilos, hay gente jovencita que viene, pero que se ve que son niños que sus padres han comprado vinilos. Pero chavales jóvenes que por determinación propia vienen, es más difícil. Lo normal es gente mayor con un poder adquisitivo más fuerte para poder comprarlo”, confiesa su actual dueño, Francisco Gil.
Otra de las tiendas de la ciudad centradas en este ámbito musical es Mundo Vinilo, situada en calle Ollerías y que abrió sus puertas en junio de 2015, cuando Carlos Fournier, comprador y vendedor desde el año 2000, decidió que abrir una tienda sería una buena idea ya que “en Málaga apenas hay ofertas de este tipo”.
Con un estilo muy diferente y bien cuidado, Mundo Vinilo presenta una gran variedad de discos, en su mayoría de segunda mano aunque también ofrece productos completamente nuevos y realiza trabajos por encargo, debido al aumento del pre-order, el cual consiste en adquirir un producto incluso antes de que el mismo esté fabricado. Algo que acarrea un problema según nos comenta Carlos, ya que los productos ni tan siquiera llegan a las tiendas debido a la gran demanda, siendo los más afectados los vendedores finales. “La discográfica te lanza una edición muy limitada de un artista que está siendo buscada por miles de personas en el mundo, por no decir millones. Esa clase de discos los compran persona que saben por dónde van los tiros en este negocio, lo compran, lo dejan seis meses en el armario y lo venden por 100 euros”.
Lo que sí queda claro es que la industria musical está completamente volcada en el negocio del vinilo y que este sentimiento romántico por la música ha sacado a flote a muchas tiendas de discos independientes que durante años han pendido de la cuerda floja, cuyo leitmotiv suele ser la queja por el mal tratamiento de las grandes corporaciones y los precios abusivos que quieren imponerse al público en vista de la creciente demanda. “Se siguen vendiendo más CDs que vinilos porque los puedes encontrar a nueve euros, y ese mismo disco en vinilo vale 24 euros, y encima tienes que darle la vuelta a la cara”, explica el actual dueño de Candilejas.
El vinilo, por tanto, no es el formato más cómodo, ni el más barato... últimamente ni siquiera el más económico, pero sigue despertando el interés de los más melómanos, desde los enamorados de Pink Floyd hasta los fans de Coldplay. Toda la cronología está incluida. Puede que sea su pasado o su historia de buenos momentos frente a un tocadiscos, o incluso la necesidad imperiosa de darle un valor material y sentimental (a la vez) a la música, a la que siempre escuchamos pero nunca tocamos ni cuidamos. Quizás sea que si la historia es cíclica, la música no escapa a su repetición constante. Quizás se deba a que, aunque la revolución tecnológica nos arrastre hasta el futuro, siempre hay a quien le gusta echar la vista atrás.