1, 2, 3, probando... Proband Fest
Abrió la tarde del viernes en la Sala Fuengirola de la Térmica con las vibraciones de unos acústicos procedentes de manos malagueñas. Esta sala, que albergaba el Escenario Naranja, ese día, acogió el inicio del I Festival para la promoción de jóvenes artistas malagueños, el Proband Fest, organizado por Control Remoto con la colaboración de Málaga Music Master.
El escenario se estrenó con Toba Gutiérrez, ganador del I Certamen de Cantautores Aurora Guirado, organizado por el Ayuntamiento del Rincón de la Victoria. Le siguió la tímida guitarra de Gemma Cuéllar, quien prefería cantar a hablar porque, según su madre, “habla para adentro”. Esta cantautora malagueña vio su voz empoderarse e ir cada vez más alto, cabeza atrás, ojos cerrados. A su lado, su bajista acompañante no podía pegar los pies en el suelo. Finalmente, se subieron al escenario dos guitarras, una acústica y una eléctrica, en manos de Leik, que cerraron con una canción guerrera, llamada “Revolución”.
Clausurada la Sala Naranja, el público se deslizó por los pasillos albos de la Térmica salpicados por el ya archiconocido hexágono rojo hasta el Patio de la Biblioteca. La piel reconocía el fresco de la noche mediterránea, no obstante, no era lo que conseguía erizar el vello, sino los bajos que escapaban de unos grandes altavoces y que retumbaban en el estómago casi acallados por voces de demanda. Este espacio se conoció como el Escenario Verde, donde se vivió el rap malagueño, un lugar donde inevitablemente las rodillas adoptaban un movimiento estático. Arriba, abajo, chasqueo de dedos. Y de repente, emergía cierto sentimiento de rebeldía bajo unas cejas fruncidas. La cabeza alta, los brazos levantados, alentadores, rítmicos, metrónomos de denuncia social, emocional y humana.
Se olía en el ambiente un aroma bipartito y reiterado, una sensación de sentirse pisado pero con poder para pisotear mientras se estuviese encaramado al micrófono, o entre el público, lejos de los focos, cuando los labios se juntan y los dientes se encajan ante el ritmo, que empuja a idolatrar con todo el cuerpo a quién se está vaciando en el escenario. Entre los muchos que subieron a la tarima estaba Miguel Ángel ‘Tropiko’, DJ y productor de rap y reggae. Ataviado con gorra verde y zapatillas, dedicó sus temas a “quien no lo tiene fácil”, y mientras era grabado con más de un smartphone, ametralló a los asistentes con su tema “Generación robada”, clamando por una sociedad de pantalla táctil donde ya ni siquiera se conversa.
A las nueve de la noche, se inauguró el Escenario Azul, en el Patio del Archivo, la pasarela principal que DJ Nersu fue caldeando hasta la llegada de Alfred Larios, Glaciar y la cabeza de cartel Dry Martina, la banda de los hermanos Laura y Rafa Insausti. Aquí los movimientos perdieron estática, para dejarse llevar por los estribillos aprendidos de memoria y los movimientos de cadera.
El pasado viernes fue un día de oportunidades para los jóvenes artistas malagueños, una ocasión para mostrar su música y darse a conocer. Además, el evento se perfumó con un aire solidario destinando a la Fundación Cudeca, la cual ayuda a lidiar con el cáncer desde hace 25 años, el 100% de los beneficios obtenidos en la barra de bebidas.
Pop, rock, indie, rap, reggae… cualquier estilo tuvo cabida en el Proband Fest, un altavoz para el talento de esta tierra malacitana que tanto tiene para ofrecer.